Me
parece buena idea celebrar el día del gaitero rindiendo pleitesía y homenaje a
uno de los “grande” entre los grandes de la gaita zuliana; ese que aún perdura
en el recuerdo de la Costa Oriental y de todo aquel que conozca la historia de
la gaita zuliana en esa zona.
BERNARDO BRACHO: El
“orgullo cabimense” aún retumba por las esquinas
El Gaitero indomable
“No he visto ni un centavo de las regalías por su obra.
Solamente Fundagraez me da una ayuda mensual”, dijo su esposa Andrea,
con quien Bernardo procreó ocho hijos; todos gaiteros.
Aunque
'puntaiguanero' de nacimiento, adoptó a Cabimas como su terruño. En esta tierra
se casó y tuvo ocho hijos, todos músicos. Se le recuerda como “el gaitero más popular de la COL”.
Cabimas
Si
Bernardo Darío Bracho hubiera nacido en el siglo XVIII, habría recibido una
paliza por sumarse a los negros bobureños cuando cantaron la primera gaita
protesta entonada a sus amos en la finca Santa María un 12 de diciembre de
1782.
Pero
casi 200 años después, no encontró mejor forma para sumarse al sentimiento de
tales bobureños, que ofrendarles un golpe de tambora, cuatro, furro y charrasca
inspirado por su compadre y amigo “Chinco” Rodríguez.
Así
le hizo justicia a ese poblado donde “todos los
negritos son humildes y sinceros, porque tienen negro el cuero, lo mismo que
San Benito”.
Salió
del vientre de Inés Delia un 27 de julio de 1925. Su padre, un santarritense,
optó por desentenderse de la responsabilidad y no le brindó su apellido ni a
él, ni a su única hermana, Rubia.
Y
es que el Bracho fue suficiente para defenderse y brillar con luz propia, evoca
uno de sus vástagos.
De
niño, cuentan que creció en los patios arenosos de Punta Iguana raspando una
charrasquita y dándole a un potecito de leche Klim como furro, aunque no por
mucho tiempo, porque en Cabimas le esperaba un quehacer de contrastes.
Una vida
Obrero
de limpieza y luego petrolero en la
Creole, fue su principal actividad de mozuelo.
A
Domingo Zambrano Mora, veterano de la industria, le tocó ser su compañero en el
área de producción de Tía Juana.
En
sus recuerdos, consigue a una persona de excelente trato, jocoso y trabajador. “Bernardo fue buen amigo. Hicimos un gran equipo junto a
otros de la cuadrilla”.
Apenas
tenía 24 años y, en esos menesteres, llegó a una fiesta de carnaval en Cabimas.
Allí conoció a quien fuera después su amor de mujer: Andrea Dawidson, una joven
de apenas 14 años, de piernas envidiables, hija de trinitario y francesa.
“Nos enamoramos, él después se vino a vivir a Cabimas y nos casamos
cuando yo tenía 16 y él 26. Le parí ocho hijos: Bernardo Albenis, cuatrista,
guitarrista y mandolinero; Elena Inés, que toca la tambora y el furro; Enrique
Benito, quien es furrero y percusionista, como Marlon Alán; Sorena que se
caracteriza como una gran timbalista y toca el cuatro y el bongó; Rubia
Margarita, quien toca la güira; Gustavo Jesús que es percusionista y César
Augusto como furrero. ¡Todos músicos!”, dice,
orgullosa, Andrea.
Piensa
un rato y reconoce: “Que yo sepa, nunca me fue
infiel. Era parrandero pero ‘aquietao’. Y se casó con una parrandera también.
Una vez nos ganamos un premio de tanto bailar en el Club Comercio de Maracaibo.
Cuando se metió a gaitero y se iba lejos, yo le decía: ¿y qué meto yo en la
maleta mía? Nos íbamos y dejábamos a los muchachos con mi mamá”.
Empezando a gaitear
Semejante
a cualquier mortal, obligado a cumplirle a su familia con un trabajo estable,
nunca estuvo ligado de lleno a la gaita hasta que conoció a quien fuera su
inseparable amigo y posterior compadre, el compositor “Chinco” Rodríguez.
Al
salir de la fatigante jornada en la
Creole, se dejaba colar con “Chinco” en las enrramadas de
Punta Icotea, el bar de Ovidio o casas de Ambrosio, entre otros lugares donde
se formaba la algarabía producto de la improvisación al gaitear, cuando pasaban
pañuelos a quien le tocaba liderar el canto.
Ese mundo le impresionó y le
gustó.
“Chinco no sabía leer ni escribir y papá le transcribía la musa.
Después “Chinco” aprendió, y a papá le quedó el gusto por componer”,
evoca su hijo mayor, llamado también Bernardo.
Entre
versos y aguardiente, empezó a llegar fuera de la hora acostumbrada a una de
las tantas casas alquiladas donde vivió su esposa.
Abrazados,
ambos tocaban la puerta mientras Chinco decía jocosamente:
“Abrí la puerta Andrea, sin despertar los muchachos, que
aquí te traje a tu Bracho, con una solemne pea”.
Y
así empezó con la “lidia” de las gaitas, las que le dejarían un nombre
imborrable y respetable dentro del folclore zuliano.
Su Barrio Obrero
La
pasión por cantar lo condujo a renunciar a la industria tras 10 años de labor.
Ingresó
a las filas de la agrupación que hoy es Patrimonio Folclórico Musical del Zulia
y Cultural de Cabimas: Barrio Obrero.
Ambos
se necesitaban. Ellos impulsarían el grupo con la danza Así es Maracaibo,
compuesta por “Chinco” y cantada por Bernardo, entre otras musas, mientras el
comenzaría a ganar popularidad.
En
su texto Historia de la Gaita,
el escritor y compañero de tarima Ramón Herrera, destaca: “Barrio Obrero lo
conoció en un concurso de gaitas de Radio Cabimas. Bracho formaba parte del
grupo Ambrosio, semilla de lo que hoy se conoce como Gran Coquivacoa, e
inmediatamente lo enfiló como charrasquero”.
La
gaitera Lula Silva tenía 13 años cuando Bernardo llegó al conjunto.
“Impactó por su forma de cantar. Era muy expresivo, casi
indomable. Costaba que mantuviera una disciplina. A veces se aparecía con el
uniforme que no era y no se cambiaba. Fue un gran integrante que encendía las
tarimas”.
Muchos
fueron los triunfos que cosechó con ellos, a lo largo de 28 años. Pero luego
tomó la decisión de irse a otra agrupación, Los Compadres del Éxito, con
quienes gaiteó hasta que expiró.
Característico
Sancochero,
bebedor, fiel, carismático y con poco fundamento para vivir: así era Bernardo. “Yo reconozco que papá no tuvo fundamento para algunas
cosas, pero fue un gran hombre”, resume con melancolía su hijo mayor.
Sus allegados lo recuerdan como una persona que no tenía apego por los bienes
materiales. “Si ganaba tres lochas, tres lochas
gastaba”, dice su comadre Lula.
Cuando
hacía un sancocho, lo probaba mucho. Mencionan que una vez, de tanto hacerlo,
se le cayó la plancha en la sopa.
De
sus anécdotas más jocosas, destaca el día que llegó a cantar en casa de una
familia zuliana adinerada. Al ver el techo tan alto exclamó: “¡Oh! Y nos va a caer un tuqueque...”
También
sus compañeros gaiteros traen a la memoria cuando llegó a cantar a una fiesta
de Lagoven.
Sin
prestarle atención a las miradas de los altos gerentes, sirvió en su plato tanta
comida que después tuvo que dormirse recostando su cabeza en la mesa. Dijo: “La comida es para comer, no de adorno”.
El precio
“Para él la gaita fue su vida, pero para mí, la gaita fue una
lidia. No sé si sea fuerte decirlo, pero... a lo mejor una equivocación que
tuve que apoyar para hacerlo feliz. A mí no me faltaba nada cuando trabajó en la Creole, pero cuando dejó el
trabajo para gaitear, vino una gran escasez. Yo tuve que ponerme a vender
comida y a coser. Teníamos ocho muchachos que mantener y eso no daba dinero.
Por medio de un doctor hice un curso de laboratorista y de eso vivo hoy, ¡menos
mal! No he visto ni un centavo de las regalías por su obra. Solamente
Fundagraez me da una ayuda mensual”.
Ser
la esposa de uno de los patrimonios culturales de Cabimas no le dejó siquiera
una casa propia. “Vivíamos como los bachacos: con
los corotos en la cabeza porque siempre estábamos en viviendas de alquiler. Se
murió sin tener un techo. En la prensa salió una publicación acerca de que nos
regalaron un terreno, pero eso fue mentira”.
Para
subsistir, Bernardo tuvo que trabajar como músico en la Casa de la Cultura, después inspector
de obras en el Ince, vendió pescado en su vieja camioneta que colocaba en la
esquina del estadio Venoil, y hasta vendía algunos discos de gaita para obtener
alguna ganancia. De todo un poco para vivir ‘alcanzado’, pero gaiteando.
Despedida
Una
aneurisma que comenzó a molestarlo en el 85 fue el aviso de que su existencia
se estaba agotando. A sus 64 años —el 21 de octubre de 1989— un infarto no le
daría más oportunidad de cantar.
Se
encontraba grabando en Radio Libertad una gaita a Luis Hómez. En la consola
sólo se escuchó un quejido. El apuro condujo a quienes estaban presentes a
llevarlo a una clínica privada cabimense.
Había
que depositar 30.000 bolívares, pero no los tenía y no lo atendieron.
Lo
llevaron al Hospital Universitario de Maracaibo. Mientras llegaban los médicos
que conocían su caso, se fue con Dios.
“Papá murió pelando, pero feliz. Él era un músico y a eso se dedicó”.
apunta Bernardito.
Renato
Aguirre, presidente de Fundagraez, menciona su aporte valioso: “Fue la columna cultural de Barrio Obrero y de la gaita
zuliana”.
La
despedida de Bernardo fue multitudinaria. La Casa de la Cultura de Cabimas se quedó pequeña. Ríos de
gente lo visitaron.
Vecinos
del sector recuerdan que por la cantidad de personas, parecía una fiesta de San
Benito.
En
su féretro, los gaiteros colocaban sus uniformes. La manera más sublime que
encontraron para decirle lo valioso que fue.
Fuente: Marielys Zambrano Lozada – Crónicas
de Cabimas
HOMENAJE A BERNARDO BRACHO
(ASI ES MARACAIBO, CABIMAS,
BOBURES)
Autor: José 'Chinco'
Rodríguez
Canta: Bernardo Bracho
Los compadres del Éxito
GAITA A CABIMAS
Autor: José 'Chinco'
Rodríguez
Canta: Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
GAITA CON GANAS
Autor: Bernardo Bracho
Canta: Yolimar y Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
GAITA PRIMITIVA
Autor: José 'Chinco'
Rodríguez
Canta: Yolimar y Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
GRANO DE ARENA
Autor: Bernardo Bracho
Canta: Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
MARACAIBO CUATRICENTENARIA
Autor: Bernardo Bracho
Canta: Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
NOCHES DE MARACAIBO
Autor: Bernardo Bracho
Canta: Bernardo Bracho
Barrio Obrero de Cabimas
Hoy, Día del Gaitero, quiero
elevar una plegaria al cielo en pro de ese vate que fue mi gran amigo y del
que guardo imborrables recuerdos: Jack Humberto Pérez Neuman.
Jack, danos tu bendición.
Gran satisfacción siento al
haber concluido mi trabajo de recopilación de todas las gaitas cantadas por
Nelson Martínez y aprovecho para agradecer la colaboración recibida de mi buen
amigo y hermano: Gustavo Shapman. De igual manera envío un fraternal abrazo a Ángela
Martínez, por esta vía le reitero mi amistad y que esté pendiente que Carlos
Alberto la va a llamar para hacerle entrega de lo prometido.
Hoy también quiero agradecer
a todos ustedes por su deferencia con este Blog, por el contacto que muchos mantienen
con mi persona, por las emotivas palabras que a través de sus correos me hacen
llegar, gracias por el aliento y les reitero mi compromiso de seguir dando todo
lo que pueda a favor de este sentimiento que yo llamo “Gaita zuliana¨; los
quiero mucho y recuerda que:
“Compórtate con los demás así como quisieras que los demás se
comportasen contigo”
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