Nos contaba el siempre recordado y añorado Humberto Rodríguez “Mamota”, el más grande e inigualable cronista que ha tenido la gaita zuliana:
“M. S. Guerrero escribía en 1947: “nuestra gaita ha abandonado los causes románticos de antaño, para enrumbarse hoy por los senderos del utilitarismo. Ya ella no se da espontanea como el dividivi y los abrojos de nuestros campos. ahora nace al reclamo de la industria, del comercio y hasta de la política que bien le paga. La gaita de nuestros días no tienen su origen en los aledaños de la ciudad, emigraron de ellos para incubarse en el centro e invadir las emisoras de radio, los trasporte modernos, los centros sociales, en pos siempre de fines propagandísticos y lucrativos.”
En el año 1963 Jesús Molero G. se refería a la época de crisis vivida por nuestro cantar navideño, y anotaba lo siguiente: “Por caminos equivocados, la gaita se prestó a la publicidad comercial. En veces con ingenuidad, en otras, mercantilizada por situación económica. ¡Pero que distinta es la gaita como expresión folclórica y la gaita en tono de especulación comercial!, fue largo el tiempo doliente del estribillo gaitero enhebrado en el verso como promoción de venta, como anzuelo atractivo para el consumidor”.
En ambas opiniones vemos expresado el descontento hacia la gaita mercenaria. La letra propagandística hizo de ella un vil instrumento de publicidad, una parodia de las sabrosas gaitas de antaño, el desprestigio total de su verdadera esencia, aunque, es verdad, muchas veces esto se hacía ingenuamente, sin pensar en las consecuencias, y no obstante lo que se ha dicho en su contra, la difusión de las gaitas comercializadas, a través de la radio, sacó un poco del olvido al abandonado cantar regional.
Ellas fueron la rememoranza lastimosa de nuestros abuelos, la imagen pobre de lo que había sido, para la nueva generación. Para 1947 encontramos en los estudios de la Emisora Ondas del Lago, a un grupo de viejos gaiteros muy apegados a la tradición, quienes se encargaban de grabar gaitas que patrocinaban algunas firmas comerciales para que fueran trasmitidas durante el día por dicha radio.
El grupo estaba integrado por Ramón Bracho Lozano (cuatrista cantante), y sus hermanos Alirio (furruco), Jesús (furruco) y María concepción (solista y maraquera), como también por Olga Hernández (solista y maraquera), María Jesús Bohórquez (solista) y Ramiro Bohórquez (charrasca). A ellos se deben las primeras gaitas grabadas en las que, como se podrá apreciar, no intervenía la tambora, sólo ocasionalmente se usó un taburete en sustitución de este instrumento.
Al grupo inicial se agregaron luego, la popular cantante Trina Jiménez (la morenita), el pianista Luis Guillermo Sánchez, Jesús Lozano (como cantante) y José Ángel Mavares (compositor), de quien veremos más tarde que se constituyó en el Mecenas de la gaita zuliana. Pues bien, el conjunto ya mejor integrado continuó grabando gaitas propagandísticas con letras del citado José Ángel Mavares y música de Ramón Bracho Lozano.
Se grabaron para ese tiempo, entre otras las siguientes composiciones gaiteras: Leche en polvo Golden State, Bomba La Concepción, Ron Santa Teresa, Leche Denia, Toddy y otras más.
Después de obtener la experiencia de las gaitas grabadas para varias firmas comerciales, y pasado algún tiempo, José Ángel Mavares, en su empeño por difundir los aires regionales, tuvo la feliz idea de grabar gaitas sin letras propagandísticas, o sea, las gaitas folclóricas, que pudieran ser adquiridas por el público y trasmitidas libremente por la radio, ideal que él mismo financió.
El procedimiento iba a consistir en hacer que se cantara una vez el estribillo y se repitieran las estrofas, con lo que se podían introducir mayor numero de ellas.
La idea se llevó a la práctica por los siguientes gaiteros: Ramón Bracho Lozano (cuatrista, cantante y director), Alirio Bracho Lozano (furruco), María Concepción Bracho Lozano (solista y maraquera), Ramiro Bohórquez (charrasca) Jesús Silva (cantante ocasional), Jesús Reyes “Reyito” (solista), Olga Hernández (solista), Ana Amalia Olivo “Nena Marina” (solista), Agustín Criollo (ocasional) y Luís Guillermo Sánchez (pianista).
Este grupo llevó al acetato las primeras gaitas grabadas de índole folclórica, sin letra comercial. Inicialmente se grabo una gaita que por su extensión se fragmento en dos partes, ya que las estrofas estaban dedicadas a todos los Estados de Venezuela; de manera que se imprimió un fragmento y se titulo con los nombres de “Gaita Nº 1” y “Gaita Nº 2”.
La pieza musical en cuestión fue fruto de la inspiración de José Ángel Mavares, quien compuso la letra, y de Ramón Bracho Lozano, quien añadió la música, ambos compositores zulianos.
La gaita fue grabada en 1950, pero por inconvenientes técnicos no salió al mercado disquero sino hasta 1952.
LA GAITA Nº 1
Autores: José Ángel Mavares y de Ramón Bracho Lozano
Gaiteros del Zulia
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LA GAITA Nº 2
Autores: José Ángel Mavares y de Ramón Bracho Lozano
Gaiteros del Zulia
A estas siguieron muchas más grabadas en discos “Euterpe”.
En los años siguientes a la primera gaita, el conjunto continuó grabando para el tiempo de navidad. Los discos no tuvieron gran venta y constituyeron pérdidas para José Ángel Mavares, quien costeaba todos los gastos.
No obstante, Mavares, en su empeño por hacer resurgir nuestro cantar tradicional, prosiguió con las grabaciones, - lo que hace más meritoria su labor- y se grabaron además de las gaitas, algunas Décimas, Palomas, Danzas, Valses, Bambucos, con el único deseo de dar a conocer nuestro folclor zuliano.
El conjunto “Gaiteros del Zulia” hizo sus primeras presentaciones en el Club Comercio, bajo contrato firmado por el señor Armando Baralt, y dentro de las festividades que se le tributaron a nuestra Mis Mundo Susana Dujim, en 1955. También llevaron gaitas hasta el hogar del Doctor Hercolino Adrianza Álvarez.
Para la época existían ya varios conjuntos, integrados todos por gaiteros maduros. Podemos mencionar además de “Gaiteros del Zulia”, los siguientes: “Santa Lucía”, “Campo Elías”, Juana de Ávila, etc."
Buenos, apreciados y asiduos seguidores, los dejo hasta una próxima entrega donde continuaré con este relato. Aprovecho para enviar un afectuoso abrazo a mi queridísima amiga Dora Liduina Hernández, viuda de Rodríguez, a quien deseo fervientemente que Dios la provea de mucha salud para su bienestar y de los que la apreciamos.
Nos vemos en el espejo…
El decano, más que un amigo, un hermano.
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