“Piragüero, piragüero,
pídele a tu capitana,
de que lleguemos con bien
al puerto por la mañana…”
pídele a tu capitana,
de que lleguemos con bien
al puerto por la mañana…”
A principios del siglo XX, las piraguas constituyeron, en el Zulia, una base fundamental en su desarrollo económico; debido a que las características lacustres de la región permitieron que la navegación fuese la vía más expedita para el comercio de mercancías y el transporte de pasajeros entre la ciudad de Maracaibo y los pueblos de la cuenca del Lago. Lo cual permitió un crecimiento más acelerado que otras ciudades del resto del país.
El final de este acontecimiento vino marcado por el desarrollo petrolero, ya que éste dio origen a la construcción de una red vial que unió el circuito con el resto del estado, además que la construcción del Puente Rafael Urdaneta permitió que viniesen mercancías de otras partes del país por vía terrestre, lo que hizo disminuir drásticamente la utilidad de las piraguas, contribuyendo así con parte de su desaparición.
A pesar de todo aun las piraguas siguen surcando el Lago de Maracaibo, quizá en espera de que sean reconocidas como iconos culturales que nos conectan con el pasado de la región.
Pero existe una casta especial de seres en la región que desde tiempo de otrora vienen haciéndonos recordar este valioso medio de transporte, y no son otros más que los compositores, quienes a través de su musa rememoran no solamente a esta forma de navegación sino inclusive a algunos personajes dueños de dichas embarcaciones.
Inclusive he notado que en la gaita zuliana, junto con la China, el Lago y el Puente, ha sido uno de los elementos a los que más se les ha compuesto.
He aquí unos pocos ejemplos:
1 VIEJAS PIRAGUAS (a) José 'Bambaito' Guzmán (c) Lula López y José 'Bambaito' Guzmán - Rincón Morales
2 PIRAGÜERO (a) Jhony Parra (c) Lula Silva - Barrio Obrero
3 LAS PIRAGUAS (a) Ospicio Habib (c) José ‘Toño’ Silva - Barrio Obrero
4 BARTOLO (a) Wolfang Larreal - Estrellas del Zulia
5 LAS PIRAGUAS DE PAPABUELO (c-a) Andrés Carrizo – Galenos
6 PIRAGUAS DE MI LAGO (c) Chucho Avellané - Rincón Morales
7 EL BONGO AMARILLO (a) Folclor marense (c) Rafael Ortega - Ritmo y tradición
8 LA GRAN BRISA (a) Rafael Rincón González (c) José ''Cheo'' Beceira - Compadres del Éxito
9 LA MARÍA MIRTHA (a) Folklore Marense (c) Lexia Nussette-Ritmo y tradición
10 LA LANCHA DE JUAN CORDERO (a) Adarza Rodríguez y Ronny D'Pool (c) Yelitza Vilchez - Racoa
La gaita “Bartolo”, año 1966, de Wolfang Larreal con “Estrellas del Zulia, se refiere a aquellos cuentos o leyendas urbanas que existieron en todos los pueblos de Venezuela y que fueron desapareciendo con la llegada de la luz eléctrica al país. En este caso se contaba que:
“ En el Bajito, una playa ubicada en la desembocadura de la Cañada Nueva, entre la calle del Oriente y la colonia Gutiérrez, sector El Milagro en Maracaibo, existía una antigua leyenda que tuvo gran difusión entre la gente del entorno, y en particular entre navegantes y pescadores.
Según la leyenda en algunas noches se escuchaba un escalofriante llamado, era un grito que trascendía la oscuridad de la noche poniendo a temblar a quienes escuchaban: Bartoooloo... Bartooolo... tráeme el cayuuuco..., al oírlo todos sabían que se trataba de un ánima en pena.
Ese grito era del padre de Bartolo, quien vagaba en pena por las orillas del Lago por haberle causado la muerte a su hijo a punta de machetazos por no haberle traido la piragua.
Cuentan que Bartolo se había dado al vicio del alcohol, el padre, en castigo lo embarcó en su piragua prohibiéndole saltar a tierra, pero la noche del crimen, el muchacho, después de llevar a su padre compró aguardiente, cayó en profundo sueño y la piragua lo llevo hasta dentro del lago donde nunca escucho los gritos de su padre: Bartolooo... Bartolooo... tráeme el cayuco.
Convencido de la inutilidad de sus gritos y ya cansado de llamarlo se lleno de cólera, se tiró al agua y alcanzó a nado la embarcación, allí con un machete arremetió contra su hijo.
Vuelto en razón y arrepentido de su espantoso crimen, lo tomó entre sus brazos y se lanzó al agua de El Bajito que se encargó de ahogarlo en sus traicioneras corrientes.
Cuentan que en algunas noches oscuras por aquella parte del litoral, se escuchaba, llenando de temor los corazones y haciendo aullar lastimeramente a los perros del vecindario, el grito: ¡Bartoloooo! ¡Bartoloooo!, traéme el cayuco.”
Nos seguimos viendo en el espejo…
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