Ha
petición de mi gran amigo Luís José,
de “La Gaita Zuliana”, creador del
grupo de Whatsapp “GAITEROS EN EL MUNDO” , voy
a traer un artículo sobre la Isla Providencia ya que como requerimiento me hizo
esta pregunta: “Decano,
no se ha escrito una gaita para esa islita que uno ve desde arriba cuando va
llegando a Maracaibo?” .
Bueno
Luís José en respuesta a tu inquietud va este artículo muy interesante y al
final, como de costumbre te colocaré una gaita que se le hiciese al referido
lugar.
Helo
aquí:
La Isla de
Providencia y su historia
La Isla de Providencia es una isla
perteneciente a Venezuela. Se encuentra ubicada al Noroeste
de este país en el Estado
Zulia, en el Lago de Maracaibo,
en el área lacustre de la bahía de El Tablazo, a escasos kilómetros de la
ciudad de Maracaibo y a
pocos minutos en transporte lacustre. Territorialmente, pertenece al Municipio Santa Rita. La isla se puede observar desde la costa de Los Puertos de Altagracia y desde la
ciudad de Maracaibo. Su extensión es de tres kilómetros de largo por dos de
ancho y su forma es la de un triángulo irregular.
Es de topografía
relativamente plana, con vegetación propia del área tropical xerófila con
presencia de mangles y arborización implantada de tipo frutal (cocoteros,
mangos, nísperos, etc.). Su superficie es de 1 km2. Cuando pasamos el puente “Rafael
Urdaneta” sobre el Lago de Maracaibo o Coquivacoa, se le puede ver fácilmente
si observamos al norte de esta vía supe lacustre. Si pasas cerca de ella en
canoa o lancha se observa poblada de muchos árboles y palmeras, en contraste
con otra isla vecina mucho más pequeña y de un aspecto rocoso, que recibe el
nombre de Isla de Pájaros, habitada por muchas aves, lo que le confiere
precisamente su nombre.
Un poco de su historia
La lepra, enfermedad bíblica, no llegó a Maracaibo sino hasta principios
de 1800, cuando los dominicanos llegaron huyendo de la guerra en esa zona
colonial y uno de ellos trajo el contagio de la enfermedad. Ha sido
identificado como Domingo de La Vega y su fecha de arribo fue 1804. Desde
entonces la enfermedad se propagó en la región y por ello el Libertador ordenó
por decreto del 5 de septiembre de 1828, el establecimiento de un hospital de
leprosos en la isla de Burros, la cual pertenecía a José Simón Peña, pero el
Ayuntamiento de Maracaibo la arrendó y luego la compró, dándole el nombre de
isla de Los Mártires y más tarde de Providencia. El pasado de esta isla estuvo signado por una
historia cruel pues llegó a ser el primer asilo de leprosos construido en
Venezuela.
Aunque ninguno de los cronistas hace
mención de la existencia de un cacique con el nombre de Mara, se especula,
según una leyenda, que la Isla de providencia fue antaño una de las residencias
del cacique Mara, y que desde ésta, él vio
llegar los galeones del alemán Ambrosio Alfinger; primer fundador de la ciudad de Maracaibo. El hermano Nectario María en su obra " Los
Orígenes de Maracaibo", afirma que no hay tal Cacique Mara, con ese nombre
sino Maracaybo, dicha expresión es un apocope de Maracaibo y que muerto este
personaje le sucedió su hijo Guaimaral, quien según cuenta la leyenda, en peregrinaje cerca
de Pamplona, se casó con la hermosa Princesa Zulia, a la que amó locamente, pero que
desgraciadamente murió en un encuentro con los conquistadores. Muy triste,
regresó Guaimaral a los dominios de su padre, bautizando ríos, pueblos y
regiones con el nombre de su amada.
Orígenes del Lazareto de Maracaibo
El 5 de septiembre de 1828 el Libertador emite un decreto que declara a
la isla de Providencia, conocida en ese momento con el nombre de Isla de
Burros, como lazareto a la usanza medieval. Se sabía con certeza que la isla
fue cedida por el Libertador a los leprosos, pero, el decreto no estaba por
ninguna parte inclusive en la colección de Decretos del Libertador publicada
por la Sociedad Bolivariana de Venezuela en 1961.
El Decreto de Simón Bolívar
Refiere el
Historiador Carlos Bernardoni, que cuando él era estudiante de medicina, el Dr.
Fernando Bermúdez Arias, profesor de la asignatura
de historia de la medicina, les asignó a varios alumnos como tarea de final de
curso, una investigación sobre alguna patología en los ámbitos mundial,
nacional y local. La lepra les pareció la mejor selección debido a que en el
país contaban con el insigne Dr. Jacinto Convit; en el Zulia, con la hermosa
isla de Providencia y en la Biblia, existen numerosos pasajes dónde se
menciona, esta enfermedad que les permitiría cubrir, finalmente, su dimensión
mundial.
Para sorpresa de ellos y de sus propios entrevistados, entre quienes
figuraban los doctores José Hernández D´empaire, Adolfo Romero Luengo
y Gastón Montiel Villasmil; El Dr. Romero Luengo lo invitó amablemente en el
sótano de la sede de la Sociedad Bolivariana de Caracas, a revisar, una
colección de decretos publicada por la Presidencia de la República de Colombia
en honor del Bicentenario del Libertador en 1983, y finalmente lo encontró,
aguardó hasta el final del artículo para verlo.
Sorpresa para él, al saber que la isla de Providencia además de que se
llamaba Isla de Burros, también recibió otros nombres, pero finalmente queda
con el nombre de Isla de Providencia.
Al lado de
la isla de providencia está ubicado un pequeño islote con el nombre de isla de
Pájaros. Al mismo Darwin le habría llamado mucho la atención el contraste entre
ambas islas tan próximas entre sí que desde la orilla de la población de
Palmarejo diera la impresión, que de un salto, se pudiera pasar de una isla a
la otra.
El Decreto
de simón Bolívar textualmente dice así:
“Simón Bolívar, Libertador Presidente de la república de Colombia, etc.
En vista del informe que me ha dirigido el intendente del departamento
del Zulia manifestando la necesidad que hay de que se establezca un hospital de
leprosos en la isla de Burros, y considerando que es urgente la necesidad de
aquella medida, decreto:
Artículo 1°. Se establecerá en la isla de Burros un hospital de leprosos
al cual serán trasladados todos los que haya en el departamento del Zulia.
Artículo 2°. Se aplican para rentas de aquel lazareto el producto del
derecho de anclaje de buques que fondeen en el puerto de La Vela de Coro, el de
las galleras en todos los cantones del mismo departamento y cualesquiera otras
rentas que estén destinadas a éstos establecimientos.
Artículo 3°. El intendente del departamento del Zulia queda autorizado
para dictar todas las providencias convenientes a fin de que pueda llevarse a
efecto este establecimiento aunque sea con pocos leprosos por ahora, aumentando
el número según el ingreso de las rentas.
El ministro secretario de estado en el despacho del interior queda
encargado de la ejecución de este decreto.
Dado en Bogotá a 5 de septiembre de 1828.18°.
Simón Bolívar.
Los textos de
historia revelan que Simón Bolívar ideó un lugar donde fueran atendidos los
pacientes con lepra. El inédito pensamiento del Libertador fue concebido para
salvarlos de la indigencia y el rechazo continuo que sufrían por la sociedad.
En 1828 promulgó el decreto donde se ordenaba el levantamiento del leprosorio
en el lugar conocido, para ese entonces, como la isla de Los Burros. Es por
ello que en esta isla se construye el primer hospital anti leproso de
Venezuela, un inhóspito lugar que abrigó a más de mil pacientes con lepra. En
el decreto se estableció que para el sostenimiento económico se aplicarían las
rentas provenientes del derecho de anclaje de los barcos que fondeaban en el
Puerto de la Vela de Coro; y de “las galleras” ubicadas en el entonces
departamento Zulia.
En el año 1890, doce monjas
pertenecientes a la congregación de las Hermanitas de la Caridad de Santa Ana,
dejaron por primera vez sus tierras en Zaragoza, España, para radicarse en la
Provincia de Maracaibo en Venezuela. Tres de ellas fueron asignadas al leprosorio
de la isla de providencia y el resto se instaló en el Hospitalito, conocido hoy
como Hospital Chiquinquirá. Pasado un tiempo otras hermanas pasaron a formar
parte del equipo de personas que atendían a los enfermos de lepra. Cabe
destacar que estas hermanas son las mismas que atendían a las mujeres que
pagaban pena en la cárcel de mujeres de Maracaibo, fundaron en Maracaibo el
Colegio Zaragoza, el Colegio Nuestra Señora de El Pilar, La Clínica San Rafael
y el Colegio Artesanal de El Pilar en el Sector Las Misiones en Sabaneta, entre
otros.
En el período
comprendido entre 1901 y 1905, el Ingeniero Centeno Grau realizó el proyecto
del Lazareto de Maracaibo. Dicha obra, que fue construida luego, por el
arquitecto Alejandro Chataing.
El único
acceso a Providencia era y sigue siendo la vía lacustre. Para ese entonces
existía una embarcación exclusividad de la isla para el transporte de personal de
enfermos y todo aquello que cubriera las necesidades de los isleños. Ese
transporte era llamado “El Bongo”, que era una especie de piragua. Cuando
llegaba con algún enfermo, que en su mayoría venían de la región andina, el
capitán del Bongó pitaba fuertemente antes de atracar avisando la llegada de un
“nuevo mártir”. El único propósito de alejarlos cruelmente de su tierra de
origen y hasta de sus familiares era el de evitar el contacto con los demás, el
rechazo incontrolable de la sociedad y la supuesta propagación de la lepra por
todo el territorio venezolano.
En esta isla se fue
levantando un poblado con todas las de la ley, todo ello con el fin de evitar
el contacto de los leprosos con tierra firme. En el
leprosorio de la isla de Providencia fueron construidas instalaciones
hospitalarias y comunales, entre ellas: 17 pabellones de hospitalización
distribuidos para hombres y mujeres, una prefectura, una cárcel, plazoletas,
dos iglesias (una protestante y otra católica), una biblioteca, un cementerio,
una escuela de artes y oficios, un cine, una oficina de correos, un mercado y
casas para los enfermos que vivían en pareja. También erigieron una de las
plazoletas, a pocos metros de la orilla del lago de Maracaibo y muy cerca del
muelle, donde llegaban los bongos. La isla también contaba con un club y otras
infraestructuras, ya que, los internos no podían salir jamás al mundo exterior.
Entre sus muros el doctor Jacinto
Convit desarrolló la vacuna contra la lepra, que permitió la
cura a esta enfermedad.
Para el año
1951, se construyeron alrededor de 70 casas que albergarían a los enfermos que
convivían con sus parejas, que eran víctimas de la enfermedad. También se
levantaron edificaciones con aproximadamente 20 habitaciones, una cárcel, dos
iglesias (una católica y otra protestante). De todo eso, solo quedan rastros.
Los suministros y el
personal que trabajaba en el hospital eran llevados a la isla en un bongo bajo
estricta supervisión. Aún queda el reflejo de una piedra que por 154 años
sirvió de estancia a la Virgen del Carmen, patrona de la isla. En su honor,
realizaban procesiones por todo el borde de la isla encabezadas por Fray Simeón
Díaz de La Rosa. Este sacerdote de origen español fue todo un personaje dentro
de la isla y en vida decía que su deseo más ferviente era sepultar sus restos
allí.
Providencia fue
su refugio, su trabajo… en pocas palabras su terruño. A pesar de que el
gobierno les daba una pensión y todo lo que necesitaban para subsistir en la
isla, no les agradaba ser unos mantenidos. Es por ello que tenían sus
sembradíos, cultivados por los mismos enfermos, quienes los vendían a los que
iban dos veces por semana a surtirlos de carne, pollos, legumbres y agua
potable.
En providencia,
los enfermos estaban muy lejos de sentirse presos, porque convirtieron esa
isleta en una comunidad con visos de pueblo-ciudad. Las rentas que devengaban
de Puerto de la Vela de Coro, según lo establecido por Simón Bolívar en el
decreto, producían suficientes entradas para el sustento económico de los
enfermos. Tanto es así, que permitieron la construcción de pabellones de
hombres y de mujeres, cines, dos iglesias, la casa de las enfermeras y unos
inmensos tanques para conservar el agua que consumían, pero como dice Pierina
Bravo en su trabajo consultado, titulado Piel de Providencia Isla Olvidada: “…
Pero en verdad, existió mucho más de lo que estas pieles nos dejan ver.”
Las monedas del leprosorio de Isla de
providencia
Otro
mundo, eso era el leprosorio construido en la isla Providencia, franja de
tierra ubicada en el estrecho del Lago de Maracaibo, en aguas del actual
municipio Santa Rita, para albergar a los pacientes con lepra. Tan aislados
estuvieron estos enfermos, que hasta una moneda fue creada para realizar sus
transacciones comerciales.
Para principios del siglo XX habían en Venezuela 3 leprosorios, 2 en
Maracaibo “Lazareto Nacional Maracaibo” y “Leprosería Nacional Isla de
Providencia” así como una en el Distrito Capital “Leprosería Nacional Cabo
Blanco”, para la época había la falsa creencia de que el mal de Hansen o Lepra
se contagiaba al tocar lo que había tocado el enfermo, esta es la razón para
que se crearan con fines profilácticos monedas de circulación restringida
para ser usadas exclusivamente en los leprosorios.
En 1913 y 1916 se acuñaron en Maracaibo las denominaciones de Bs. 20;
Bs. 10; Bs. 5; Bs. 2; Bs. 1; Bs. 1/2; Bs.1/8 (una locha) y 5 Céntimos, con
las siguientes características: anverso, la leyenda circular Lazareto Nacional
y la fecha de la acuñación, separada por estrellas de cinco puntas, en el medio
de la moneda en una línea horizontal la palabra Maracaibo; reverso, la
denominación correspondiente de la moneda. Perteneciente a las primeras
emisiones oficiales emitidas para las Leprosería Nacional Maracaibo. Las
monedas fueron fabricadas de latón, no se tiene información de cuantas se emitieron
y las que existen están bastantes gastadas debido al mucho tiempo que
estuvieron en circulación.
La
unidad monetaria empleada por los pacientes del mal de Hansen se diferenciaba
de las que circulaban en el resto de la región, subrayaron los historiadores
Vladimir Gamboa y Gustavo Ochoa en su obra “La Lepra, las leproserías y sus monedas en
Venezuela”. Igual ocurrió en leproserías de otras regiones.
“A fin de evitar que la población sana tuviese contacto con
los enfermos, además recluirlos en los leprosorios, se elaboraron monedas para
su uso específico, pues se tenía la creencia errada que el contacto con las
monedas usadas por los leprosos podía contagiar”.
Eran
consideradas monedas, pues tenían “valor facial o valor de canje”, y por lo
tanto no eran medallas, y mucho menos fichas, pues no estaban emitidas por
particulares. No obstante, tenían circulación restringida, pues a pesar de ser
emisiones oficiales, respaldadas por el Gobierno nacional, a través del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, no fueron de uso público, sino que
estuvo restringido al uso de los enfermos en los leprosorios.
Una de las formas para el intercambio
comercial consistía en cambiar las verdaderas monedas que eran llevadas a los
enfermos por sus familiares. Los encargados del leprosorio otorgaban a los
pacientes la cantidad de dinero que recibían, pero en monedas para leprosos.
Era una manera de restringir la circulación de estas al mundo exterior.
Los primeros intentos para la
elaboración de estas unidades se remontan a los años 1887 y 1898. Por esos años
se ensayó con una moneda de un cuarto de real (una locha) y un octavo de
bolívar (una locha), para el Lazareto Nacional de Maracaibo, asentaron Gamboa y
Ochoa. Fue en 1913 cuando fueron acuñadas las
monedas oficiales para el lazareto de Maracaibo. “Se acuñaron los valores de un
octavo, medio, uno, dos, cinco, 10 y 20 bolívares. Las monedas llevaban
señalado por su anverso, alrededor del borde superior y en forma circular:
Lazareto Nacional. En el centro del campo y en línea horizontal se leía la
palabra Maracaibo, y en el borde inferior de una línea curva estaba la fecha de
1916”.
En 1939 el lazareto pasó
a llamarse Leproserías Nacionales Isla de Providencia, hecho que obligó a
cambiar las monedas. Se emitió una serie de seis denominaciones, agregaron.
Muchas monedas fueron rescatadas gracias a coleccionistas que se preocuparon
por ubicar los entierros que se hacían en el Lago para deshacerse de lo que se
consideraba material contagioso
De Isla de Providencia a Palito Blanco
En 1983 por iniciativa de la Dra. Alcalá de Monzón siendo gobernador del
estado Zulia el también médico Dr. Auvert se decide trasladar a un hospital,
recién construido en “Palito Blanco” la población de la isla. Las protestas no
se hicieron esperar, porque se contraviene el decreto del propio Libertador,
además que esos enfermos contaban en la isla con su propio espacio y arraigo,
donde cultivaban sus propias verduras y legumbres, pescaban y criaban sus propias
gallinitas. En el museo Rafael Urdaneta se exhiben cartas, monedas de nuevo
cuño de la Isla de Providencia, que de verdad vale la pena ir a ver, si al
lector le interesa el tema.
Definitivamente,
todos fueron desalojados en el año 1984, una vez que el científico venezolano
Dr. Jacinto
Convit inventó una vacuna contra la Lepra. Con los
adelantos de la medicina moderna esta terrible enfermedad fue totalmente
erradicada y los enfermos de esta isla pudieron ser curados y el hospital
cerró. Los pocos que quedaban en recuperación fueron trasladados a un
nuevo hospital llamado “Cecilia Pimentel”, terminado de construir en 1986 en un
sector cercano a Maracaibo, con el nombre de Palito Blanco en la vía a La Concepción, Municipio Jesús Enrique
Lossada.
Desde la carretera se
puede observar el hospital o “reclusorio” en el cual fueron a parar los últimos
afectados por esta enfermedad ya
erradicada y la triste vida que llevan quienes aún no abandonan el lugar, bien
sea, porque no tienen familia que se ocupe de ellos o porque sus familiares los
han dejado abandonados en el lugar.
El triste final
de todo esto es que la isla fue abandonada y desde entonces está deshabitada y
en ruinas. Actualmente es propiedad de la Fundación Niños Cantores del Zulia.
Lo extraño de
todo esto, es por qué los hicieron desalojar la isla y los obligaron a mudarse
al referido “hospital” o reclusorio si prácticamente en la isla lo tenían todo:
paz, tranquilidad, convivencia en armonía con los demás afectados de lepra. Era
su pueblo, su residencia donde nadie los rechazaba y disfrutaban de todas las
comodidades y se satisfacían de todas sus necesidades primarias. En cortas
palabra, donde vivían mejor que en ninguna otra parte. Inclusive algunos
nacieron en la Isla.
El desalojo definitivo
de la isla que se dio el 20 de agosto de 1985 y la construcción del nuevo
hospital en tierra firme, fue para muchos de los pacientes del leprosorio un
golpe bajo. Ya nada sería igual para ellos. Ya Se acabaron las tardes de
juegos, no tendrían un cine a donde ir. Los domingos no serían días de
compartir ni de cocinar juntos; solamente les quedaba el ocio y la inactividad.
Lo que no entendieron nunca los que propusieron la idea de desalojarlos, es que
la isla era su hogar más que un hospital, donde solo vivían los de su misma
condición y a pesar de que el ingreso o visitas de sus familiares sanos era muy
restringido, se fueron adaptando de tal manera que formaron sus propias
familias, naciendo entre ellos una hermandad y un apego a su pequeña tierra que
preferían morir antes de volver a la soledad que les ofrecía nuestra sociedad.
También me preguntó ¿Por
qué no se respetó el decreto del Libertador Simón Bolívar donde claramente está
explicito que se les otorgó esa isla para que hicieran de ella su lugar de
origen? Si se hubiera aprovechado la
desocupación de los enfermos para hacer de la isla algo provechoso que hubiera
beneficiado al estado hubiera sido otra cosa, pero lo lamentable fue que
inmediatamente que desalojaron todas sus instalaciones fueron depredadas por
muchos antisociales en búsqueda de falsas riquezas y algunos que otro pescador
que aprovecho el material de las edificaciones de la isla, para mejorar su
rancho.
En la
actualidad solo quedan restos de algunos edificios; como lo son: el pabellón
del leprosorio, el cine, algunas casas de los antiguos pobladores, vestigios de
lo que fue la iglesia y el cementerio de la isla, entre otros. Es lamentable que no se
pueda visitar hoy porque se encuentra a su total abandono, lo que la ha
convertido en un verdadero “pueblo fantasma” y en una zona bajo la jurisdicción
de bandidos depredadores, según cuentan los pobladores de costa firme.
En la década delos años 80 del
pasado siglo XX, el padre Ocando Yamarte promocionó un macro proyecto para la
isla de Providencia, que recibía el nombre de “La Isla de los Niños del Mundo”.
Éste consistía en la construcción de un gran parque temático, estilo Disney con
una serie de atracciones que incluía un inmenso acuario con la fauna lacustre
representativa del Lago de Maracaibo, que estaría ubicada dentro del cuerpo
gigante de una ballena. Contaría también con una imagen colosal de Santa Rita o
de la Virgen Chiquinquirá que se podría observar inclusive de noche, desde las
dos costas del estrecho del lago de Maracaibo ya que contaría con un sistema de
luces y reflectores de colores que permitirían visualizarla. Para llegar a la
isla se utilizaría un sistema de transporte fluvial y una especie de monorriel
que sería construido desde el puerto de Palmarejo hasta la isla. También han
aparecido proyectos de algunos arquitectos, como tesis de grado o ascenso, para
la construcción de una red hotelera que permitiría el desarrollo del turismo en
el lago de Maracaibo.
Hasta el presente, los espacios de
la isla no han sido rescatados, pero recientemente han sido utilizados por los aspirantes a Policía Nacional Bolivariana del Centro de
Formación Zulia de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES)
para realizar las prácticas policiales correspondientes a las unidades
curriculares Uso Progresivo y Diferenciado de la Fuerza (UPDF) y Uso de la
Fuerza Potencialmente Mortal (UFPM).
Se puede
decir, que durante más de un siglo, en Providencia habitó la exclusión, que no
sólo quedó retratada en el aislamiento de seres humanos, sino en un sistema
monetario ideado por la paranoica creencia de que el mal se difundiría por el
intercambio de monedas entre los sanos y los enfermos de lepra.
Una isla de
un kilómetro cuadrado yace sobre el Lago de Maracaibo, bordeada de verdes manglares
y llena de olvido. Hoy sus habitantes son su historia, los recuerdos y la
soledad, después de haber albergado a los seres humanos más rechazados de esa
época y de contar con el leprosorio más grande que existía para la época. En
sus 154 años como leprosorio, albergó a más de mil pacientes. Cientos de
restos, reposan en “La garita”, cementerio con vista al este y ubicado al norte
de Providencia, tapeado totalmente por la vegetación que lo cobija.
Bibliográficas y hemerográficas:
Arrieta
Orlando. Historia de la Medicina en
el Zulia. Maracaibo, 1987.
Besson Juan. Historia del Estado Zulia (5 tomos).
Editorial Hermanos Belloso Rossell.1943.
Bravo,
Pierina. Trabajo de investigación sobre la isla de Providencia, titulado “Piel
de Providencia Isla Olvidada”, publicado en su Blog: pierinabravoblogspot.com, Maracaibo,
lunes 25 de junio de 2012.
Catalogo Numismático de Venezuela
Hernández Rafael. Providencia, Maracaibo 2009.
Instituto de Patrimonio Cultural (IPC)
Nectario. María (Hmno). Los orígenes de Maracaibo. Editorial: Universidad Del
Zulia, Maracaibo - Venezuela, 1959
Onofri del Villar, Annabella. Compartido públicamente en su blog: Tersadelvillarblogspot.com
(26/06/2012).
Simón Bolívar. Decreto donde establece
un hospital de leprosos en la isla de Burros (Hoy isla de providencia).
Fuentes referenciales:
Hernández,
Luís Guillermo/ Jesús Ángel Parra. Diccionario general del Zulia (2 vols.).
1999. Maracaibo, Banco Occidental de Descuento (BOD), Editorial Arte, Caracas.
Fuentes Orales:
Cruz Alejandro Salazar Zaíd (Prof.). Profesor del Colegio El Pilar,
quien aportó la mayor información que aparece sobre las Hermanitas de la
Caridad de Santa Ana, en entrevista realizada en su casa de habitación, el día
5 de julio de 2014.
Fotografías:
Fotos: Google/ oferta de venta de monedas que circulaban en
Isla de providencia.
Fotos del leprosorio, de Adalceinda del Villar
Fotos Blog de Pierina Bravo.
Lcdo. Iván José Salazar Zaíd
Miembro de Número de la Academia
De Historia del estado Zulia
PIEDAD
A LA ISLA DE PROVIDENCIA
Autor:
Ángel Lubo E Isaías Báez
Cantan
Violeta Maldonado y Henry González
Conjunto
Guaicaipuro de Cabimas – 1967
Jack
hermanito, échanos la bendición.
Saludos y bendiciones decano, cuenteme, como poder ubicar, de ser posible a la Sra.Violeta, nuestras familias fueron amigas en La Montañita. Gracias.
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