La gaita del decano: .- Las viejas esquinas

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“Sitios poco recomendables para el tránsito nocturno eran las oscuras calles del Saladillo, cuando en este barrio popular tenían su obligado exilio los delincuentes que, originarios o no del sector, mantenían en jaque a la ciudad.

Entre los sitios más peligrosos figuraba “El Fuego Vivo”, donde imperaba un bandido conocido como “El Turco Telémaco”, que usaba una peinilla “chirinchera” de 14 pulgadas y “despachaba” a sus enemigos con lo que entonces se llamaba “puñalada de albañal”, en el costado izquierdo y sobre el hígado.

“El Mosquito” fue también una zona de pendencias, célebre por los “tiros de cachito” que allí se daban, ante el permanente desconcierto de la policía… Igualmente se recuerda el sitio denominado “Los Tres Cujíes”, bajo los cuales se reunían en horas de la noche los guapetones de la cuadra, para armar camorra a sus vecinos de “Los Biombos” y “El Alto de la Mina”.

Y qué decir de la esquina de “Pele el Ojo”, donde se acechaba al transeúnte para desvalijarlo, cuando aún no existía la luz eléctrica sino opacos faroles de kerosene.

En otras latitudes de la ciudad habían también lugares pintorescos, como “La Esquina del Brinco”, en la confluencia de las calles Padilla y Boyacá, cerca de la cañada Nueva, y que debió su nombre a que una tarde un titiritero que trabajaba en un circo, saltó con una especie de garrocha de un extremo a otro de la cañada sin que nada ocurriera. El tipo estaba vestido de payaso, y a los compases de una banda de música se dedicaba a hacerle propaganda al espectáculo. Y por supuesto, aquella agilísima maniobra tenía que producir sensación en Maracaibo.”

Fuente: “Maracaibo, historias y leyendas”.