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.- Las ñapas

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En las bodegas del pasado la gente en Maracaibo iba a buscar la “ñapa” y “a fiar”; le decían al pulpero: “me lo anotáis en la cuenta “

He de hacer notar que la “ñapa” no es de origen americano sino meso árabe. El “turco”, como popularmente llamamos a todos los venidos de esas tierras, siempre tuvo la generosidad del complemento del regalo. Fueron ellos quienes sembraron esta costumbre en los españoles y estos a su vez la introdujeron en América.

A decir verdad, el indio y el criollo no conocían esta modalidad llamada “ñapa”, pero la adoptó porque era un estimulo para los clientes, desde México hasta la Patagonia.

La “ñapa “en aquellos tiempos se fomentaba en todas las bodegas del barrio: había “ñapas”  de caramelos, de descuento, de pedazos panela, hasta llegó a institucionalizarse una, con un sobrenombre puesto a algún joven adicto a los productos lácteos, "Ñapa´e queso".  Se buscaban las mejores ofertas de pulperías: guajiros, portugueses, andinos, italianos, colombianos, esas eran las diferentes procedencias de nuestros ilustres comerciantes minoristas.

Para atraer y retener a los clientes, los pulperos se idearon una manera muy original: “el frutero”, el cual era un frasco de vidrio al que se le iban echando granos de maíz o caraota de acuerdo a la compra que realizaba el “marchante”. 

Esta fue una buena idea para remplazar a la “ñapa” ya que se recompensaba con dinero, de acuerdo a la cantidad de granos acumulados, a los que allí tenían sus “cuentas”. Cabe destacar que el sistema de "fruteros", en cuanto a la cantidad de dinero que recibían los clientes al contar las frutas, variaba de una pulpería a otra. Muy importante aclarar: a quien pedía la “ñapa” no le ponían granos en el "frutero".

Los "fruteros", a mi entender, además de ser un incentivo para mejorar las ventas, en las pulperías, también sirvieron para estimular el aprendizaje de las matemáticas (al menos el conteo y las equivalencias). Y, al mismo tiempo, sirvió para fomentar el ser "servicial"; porque todos los muchachos, antes de ir a la bodega, pasaban por las casas del vecindario, preguntando: "¿Vais a mandar a comprar algo?". Claro, esto convenía ya que mientras más compras hacían, más granos eran para el "frutero".

Era como una especie de soborno que lograba que muchos buscaran las mejores ofertas de regalos, o comisión en las diferentes pulperías de nuestras calles. Las “ñapas”, hicieron a los muchachos de esa época  mejores personas, más serviciales y más atentos con las necesidades de algunas personas, especialmente los enfermos y ancianos de la barriada.

A veces la gratificación por el servicio era doble: la propina de las personas a quienes les hacían el  mandado y las “ñapas” de parte del tendero, era el perfecto negocio. 

Las “ñapas” de maíz o granos, desplazaron a las otras modalidades de “ñapas”. Eran, más duraderas, que el simple disfrute momentáneo de un caramelo, de un pedazo de papelón o queso. 

Los pulperos eran unos personajes que quedaron grabados en nuestra mente de manera permanente. Eran consejeros, comerciantes, financistas y hasta filántropos. Siempre tenían una historia que contar y una información por pedir. De verdad se las ingeniaban para llegar a conocer todo lo que ocurría en el barrio.

Por allí leí, una anécdota que escribió el señor Obed Vizcaíno Nájera respecto a las “ñapas”  y “los fruteros”:

“Un día, uno de los muchachos inventó un método para hacer rendir las “ñapas” de maíz o de granos, había atinado casi perfectamente la puntería. En la tienda La Campeona, este compañero se paraba frente al mostrador con los bolsillos llenos de maíz. En nuestras casas se criaban gallinas, patos,  pavos, palomas y gallos de pelea, en cada casa había maíz. 

Había calculado perfectamente la distancia del frasco de Mayonesa en el cual estaban sus granos. Ubicado estratégicamente en el mostrador, lanzaba los granos con gran precisión, en muchas ocasiones fallaba, en otras acertaba y a veces uno que otro grano caía en otros frascos. Seis o diez granos diarios, eran metidos en el frasco con fina precisión por nuestro amigo.

Los granos de maíz que quedaban en el piso, cerca de saco, el señor Enrique consideraba que se habían caído de sus manos al momento de introducirlos en los frascos de nuestras “ñapas”, o al momento de vender el maíz, el cual costaba un real el litro.

Es de hacer notar, que el compañero en cuestión, se convirtió con el tiempo en uno de los mejores encestadores del equipo de Basquetbol de nuestra escuela y de nuestro liceo. Todos esos años de cálculo y tiros perfectos al frasco, le dieron cierta cualidad de gran encestador. Lástima que no llegó a la liga profesional de basquetbol venezolano, quizás un embarazo precoz de alguna novia, frenó su carrera ascendente al éxito y a la fama.

Muchos de nosotros seguimos creyendo, después de tantos años, que las “ñapas” nos hicieron mejores comerciantes, mejores ciudadanos, deportistas, personas y ciudadanos más solidarios. “


Bueno, como siempre, los dejo con una gaitica relacionada al tema tratado. Nos seguimos viendo en el espejo…







“LAS ÑAPAS”
Autora: Ana Stael Duque de Añez
 Cantan: Nelly Ávila, Yelitza Vílchez, Lula López, HeberÁn Añez y Yumaira González
Conjunto: “Koquimba”


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2 comentarios:

  1. Gracias hermano por recuerdos tan hermosos. Cuando podáis le tirais algo a aquellos "Gatos" famosos y románticos donde uno pasaba todas las tardes, hasta bien entrada la noche, charlando, jugando, tocando o cantando gaitas. Habían unos que cerraban pero te vendían las cervezas y los cigarros por encima de la cerca. La mayoría (por no decir todos) tenían unas banquetas debajo del techo donde uno se sentaba.
    En Barquisimeto todavía queda un lugarcito así, le dicen Los Músicos. Ahí canta y toca todo el mundo lo que quiera.

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  2. Romer, mi hermano que gratos recuerdos, porque no te animáis y me enviáis esas vivencias a manera de anécdotas vividas y yo con gusto las publicaré junto a otras que pueda recopilar. Por favor hermano, envíamelas a mi correo electrónico para ir preparando el material.
    Saludos y fuertes abrazos.

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