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.- Egipto en Maracaibo

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Arquitectura. La primera cárcel de la ciudad evoca el imperio de los faraones.



La obra se levantó en el barrio El Empedrao, al lado de la cañada Nueva. Se mantuvo hasta la inauguración del reclusorio de Sabaneta, en 1961. Constantemente se informaba sobre los encarcelamientos o salidas en libertad. Fue reconocida como patrimonio cultural de la región en 1976.

En medio del colorido inspirado en el trópico caribeño que caracterizó las casas de El Empedrao fue erigida la estructura de la Cárcel Pública de Maracaibo, semejante a una mastaba egipcia, cuya imagen remontaba al árido paisaje africano.

El edificio resaltó entre el resto de los construidos a finales del siglo XIX en la ciudad. La mezcla de estilos, predominantemente europeos, que crecía en las edificaciones de la cosmopolita capital zuliana, se alteró con el levantamiento de la obra inspirada en la arquitectura funeraria faraónica, comparadas con las tumbas de las necrópolis de Saqqara, Djoser o Gizeh en Egipto.

El penal se ubicó al final de la calle Obispo Lasso, al lado de la cañada Nueva (hoy Lara) y sirvió por 86 años de lugar de reclusión para la purga de penas impuestas a los delincuentes de la ciudad.

La construcción semejó las tumbas egipcias en forma de pirámide truncada, de base rectangular, que aun hoy marca la diferencia con el resto de los edificios de Maracaibo.

"No fue de extrañar que los poetas de la época hicieran el comentario que la obra, que desencajaba con la que era la tendencia de aquel tiempo, agregaba a la ciudad un perfil surrealista", apuntó el escritor Jesús Ángel Parra.

El tranvía pasaba frente a la cárcel, cuya originalidad se alternó con las marcas norteamericanas o europeas de los autos que transitaban por la ciudad, el sello alemán de las mansiones de Los Haticos o la estructura inglesa que albergaría años después el mercado principal.

Cambios

Corría el aña 1894,bajo el mandato presidencial en el Zulia de Jesús Muñoz Tébar, quien ordenó construir la edificación de tres niveles que sustituyó un viejo reten del centro de la ciudad. Según el historiador Juan Besson, "la antigua cárcel era sólo una mazmorra infecta (pestilente)".

La forma egipcia del edificio no era de extrañar. "EI desarrollo de la ciudad impulsó ideas de esa magnitud", recuerda el cronista Nectario Boscan.

Los trabajos para levantarla comenzaron en 1894 y finalizaron meses después, a cargo de una junta de fomento integrada por Francisco Ochoa, Rafael López y Ramón Pons.

Funcionó a partir de 1895. El hermano del presidente Muñoz Tébar, el ingeniero Luis Muñoz, guió la obra, a la que se sumaron los trabajos de escultura de Juan Font y de albañilería de Antonio Ávila.

Rejas adentro

La entrada del edificio estaba formada por seis columnas y una torre a cada lado de 11 metros de altura con azotes para guardias y policías. Cada una albergaba dependencias del penal.

En una de las alas estaba el directorio, los tribunales, la alcaldía (dirección), la despensa, archivos y dos salones para arrestos. También disponía de áreas para las enfermeras y un salón medico, cuya conducción asumió en 1937 el doctor Alfonso Araujo Belloso, en sustitución de Adolfo D'empaire.


Se disponían corredores alrededor del patio central y un aljibe con capacidad para almacenar 96.300 litros de agua.

En la segunda parte, se ubicaron los prisioneros, centinelas, la cocina y los baños.

Quienes estaban recluidos podían estudiar dentro de la cárcel. Para 1939 la autoridad del centro penitenciario, denominado alcalde, notificó al presidente de la región la promoción de 57 alumnos al 2°, 3° y 4° grade luego de aprender aritmética, gramática, geometría,  geografía, higiene, deberes morales, escritura e historia.

En la cárcel había "salas disciplinarias", para el castigo de los reos con mal comportamiento, según David Urribarri, nacido en 1930 y quien laboró en la penitenciaría: "La conducta debía ser progresiva, sino era adecuada iban a estos pequeños cuartos", contó.

La luz no penetraba en la habitación en la que apenas cabía una o dos personas. "La comida se pasaba por una hendija y el calor era sofocante", agrego Urribarri.

A la prisión iban personas como Luis Tudares, quien el jueves 25 de junio de 1936 "fue remitido a la cárcel pública, con boleta expedida por el juzgado del Segundo Circuito dirigida al alcalde, por seguírsele juicio por el delito de lesiones en la persona de Pablo Julián Franco".

Avisos como este se publicaban casi a diario en PANORAMA.

También se daban a conocer los casos de las personas que salian en libertad: "Habiendo cumplido en la cárcel publica el 12 de agosto las tres cuartas partes de la prisión que le fue impuesta par los tribunales de justicia, constante de dos anos seis meses y 25 días, el señor Hilario Reyes fue puesto en libertad pero de acuerdo a la ley ha sido confinado a permanecer en San Timoteo, municipio General Urdaneta, del distrito Sucre del Zulia por el tiempo relativo a la cuarta parte que le fue rebajada, terminando su confinamiento el 17 de enero de 1937".

Fugas

Un muro de siete metros de altura y 80 centímetros de espesor rodeaba el recinto.

Fue considerada la primera cárcel de Venezuela, pues reunía el gusto arquitectónico,la seguridad y la higiene. A pesar de las altas paredes que la circundaban, Virginia Reverol habitante de la calle Aurora; recordó que "en las madrugadas se veían caer las sabanas enlazadas con nudos por donde escapaban los malhechores".

"Los domingos los llevaban a la terraza y desde alii se veían saludar a sus familiares", recuerda Yaneth Villasmil. De acuerdo con Moreno, en ocasiones sacaban algunos reclusos para limpiar la cañada que pasa par un lado del lugar.

Tomas Muñoz, vecino de la calle Trinidad, consideró que la zona fue pacifica por la presencia policial en el penal.

Los motines fueron escasos, reinaba la tranquilidad, "tal vez parque los presos no estaban allí por crímenes horrendos como los de ahora, además ya tenían sentencia. Los vigilantes eran civiles llamados chácharos; luego la policía y después militares".

Para los años 30, del siglo XX, durante la administración del gobernador. Vincencio Pérez Soto, se modificó la distribución de las celdas, para adecuarla al alto número de convictos.

En el momento resultó detenido el obrero Enio Rincón, quien intentó meter aguardiente al lugar.

Durante la dictadura perezjimenista se usó como cárcel política y en los años 50 pasó a ser reten policial, cuando se construyó un nuevo recinto carcelario.

Hoy se mantiene en pie a pesar del paso del tiempo y el abandono, a la espera de su rescate como patrimonio cultural de la región, designación hecha en 1976.


Fuente:  Rafael Márquez





"LA MARACAIBO DEL GENERAL"
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