.- Emiliano Hernández Hasset

"A una ausente"
(fragmento)

" Torvo peñón que en la ribera fría
proyecta su cabeza mutilada,
yo sé de una gaviota enamorada
que va a besarlo cuando muere el día.

Carnal hechizo que adoró el ausente;
cuando mi verso, en la Siberia ignota
de la vida, fulgura de repente.Y una dulzura extática me anega,
es tu raro cariño de gaviota,
tu viejo amor que a visitarme llega. "


Hablar de personajes del Zulia es uno de los temas que más me apasiona, no sólo a mi sino a la mayoría de los seguidores de esta Bitácora gaitera; es por ello que, como ya lo mencione en el pasado artículo, voy a seguir reseñando sobre algunos de ellos que aunque no estén relacionados directamente con la gaita zuliana si lo están con su folclor y bien vale la pena comentar sus anécdotas y vivencias de su paso por esta vida.

Tal es el caso del personaje que nos ocupa hoy:

Emiliano HernándezHasset

Nace en Maracaibo el 3 de diciembre de 1882, Emiliano Hernández Hasset “el poeta de los adioses”, novelista, cronista, ensayista y periodista, hijo del General Emiliano Hernández, héroe de la Federación Venezolana, y de la Sra. Hasset nativa de Curaçao, Antillas Neerlandesas.

Era ingenioso, audaz y un bohemio de “postin”, con una figura delgada, unos ojos azules y una nariz superlativa.

Poeta modernista, se inicia como escritor a partir de 1903, cuando Venezuela se encuentra en el auge de este movimiento (1895-1915), y su mayor producción la realiza durante todos los años siguientes a 1904. En algunas ocasiones utilizó el seudónimo de Luis Montenegro.

A los 16 años formó parte del conocido grupo literario “Los Mechudos”; en 1901, con sólo diecinueve años, es cofundador y una de las más destacadas y figuras del grupo literario Ariel (1901-1904); la primera agrupación literaria zuliana del siglo XX, y la que introduce el modernismo en el Estado ZuliaEntre los años 1903 y 1906, Román Delgado Chalbaud es uno de los líderes del grupo La Conjura, opuesto a Juan Vicente Gómez; tiene como objetivo sacar del poder al General Cipriano Castro y colocar en su lugar a Francisco Linares Alcántara, el joven entusiasta Emiliano Hernández los apoya, pero el movimiento fracasa y Emiliano es hecho prisionero y enviado a La Rotunda.

Tuvo que huir del país para escapar del gobierno y viaja a países como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana y Cuba, entre otros; ejerció el oficio de periodista, escribió en el periódico cubano El Fígaro; en Mexico participa en las tertulias literarias de Salvador Díaz Mirón.

En Nicaragua, conoce a Rubén Darío, el “padre del modernismo”, a quien Emiliano a su muerte en 1916, dedica la crónica “La Sombra del Maestro”. En 1907 se le hace un agasajo al poeta Rubén Darío en el Metropolitan Hotel, allí el rapsoda maracaibero asiste como cronista de un periódico y al día siguiente lo describe así:

“Alto, bien proporcionado, fisonomía entre hermosa y grotesca y con aire más de “maitre de hotel” que de trovador; nariz chata y mano de marqués, maneras señoriales, gesto infantil y arzobispal; falsificada ingenuidad de niño grande…”

De Emiliano se evocan muchas anécdotas (lo cual es lo que siempre trato de resaltar en este Blog, para hacerlo ameno y placentero); una de ellas fue precisamente allí en Managua, donde provoca un incidente que casi le resulta fatal. Emiliano se dedicaba frecuentemente a molestar con sus escritos a un Embajador-poeta que le caía muy mal y llegó un día en que éste, cansado de tolerar sus diatribas, fue a la redacción del periódico con una pistola en la mano para hacerle un enérgico reclamo a Hernández y retarlo a un duelo.

.- yo estoy desarmado –le advierte el poeta marabino–, pero, por favor, espéreme un momentico mientras voy en busca de un revolver.

Salió a la calle apurado y cuando le pasó el susto, se le ocurrió una de las suyas: se dirigió al Cuartel de Policías y hace la denuncia de que en tal sitio se encontraba un loco armado que se hacía pasar por Embajador…

Las consecuencias no se hicieron esperar: el diplomático tuvo que dar explicaciones, presentar sus credenciales y valerse de sus conexiones con la Cancillería para que no lo se lo llevaran preso a empujones en la Patrulla.

Una vez descubierta la jugarreta, le trajo serios problemas a Emiliano al cual arrestaron posteriormente y fue expulsado del país.

A finales de 1909, regresó a Caracas con sus vivencias de las Antillas y Centroamérica.

En 1911, en Caracas, escribe en los más destacados periódicos de la región, entre ellos, en El Cojo Ilustrado, y gana el certamen del Centenario de la Declaración de la Independencia, en el Concurso promovido por “El Heraldo Católico”, con el poema "A los héroes anónimos de la Independencia".

Su bohemia vida fue minando poco a poco su salud que le llevó a la muerte el 7 de enero de 1919, en la ciudad de Caracas. Fallece en el silencio inquietante de la habitación de un hospital público, en una cama de enfermo insolvente. Hubo de hacerse una colecta pública para su entierro. Sus restos descansan en Tierra de Jugo, hoy Cementerio General del Sur

Publicó dos pequeños libros: “Las ciudades y los lagos de Nicaragua” (1914) y “Vida de Caracas” (1918), dejando en preparación dos libros más: “Musa Gitana” (1924) en versos y “Alba Interior” (1925) en prosa.


"MARACAIBO 1880"
Autor: Rafael Rodríguez
Canta: Astolfo David Romero
Conjunto "Maragaita"


.
.
.